Catorce de Julio de 2008. Vuelvo a Las Lofoten en compañía de Angel Castro, Pablo Luque y Ramón Turrado. Vamos a intentar abrir una nueva ruta de escalada en la pared oriental del Breiflogtinden, una bonita muralla de unos 700 m de altura que descubrí en mi viaje de 2006 y que no pude escalar con Miguel Pita en el 2007 a causa del persistente mal tiempo que se instaló en las islas en aquel verano.
Llueve cuando desembarcamos en el pequeño puerto de Moskenes. Son las siete de la tarde y tenemos que transportar todo el equipo hasta un camping que hay a unos 300 metros, montar las tiendas y cenar algo antes de descansar del largo y cansino viaje que acabamos de hacer. Oviedo-Madrid en autobús, Madrid-Oslo en avión con noche en el aeropuerto para enlazar con otro vuelo de Oslo a Bodo. Compras de comida y utensilios de campamento en Bodo y Barco de Bodo a Moskenes. Estamos bastante cansados.
El Breiflogtinden desde Reine Cunde el desánimo a causa del mal tiempo. Pasamos un par de días deambulando por los alrededores en espera de una mejoría que por fin llega el día 18. Una pequeña embarcación nos lleva a Kjerkfjorden, una minúscula población casi deshabitada al final de un largo fiordo. Desde allí, hacemos varios porteos a través de un collado para transportar todo el material hasta lo que será nuestro campo base. Nos cae algún que otro aguacero durante el porteo, pero finalmente montamos el campamento a la orilla de un bonito lago lleno de truchas, justo enfrente a la pared.
El campo base
Pared Oriental del Breiflogtinden Al día siguiente el tiempo mejora algo y hacemos lo que sería nuestro primer y único fracasado intento a nuestro objetivo: La muralla oriental del Breiflogtinden. Se trata de una fantástica pared, muy compacta y pulida por el deslizamiento del hielo de un antiguo glaciar. Su primera mitad es inclinada y en ella se prevé una escalada predominantemente de adherencia, con tramos bastante expuestos por carecer de fisuras donde asegurar. En la mitad superior mucho más vertical, se observan sistemas de fisuras que podrían constituir una línea de ascensión rápida y segura hacia la cima. Pero las fisuras que encontramos en los primeros metros de escalada nos dan una idea bastante clara de lo que nos espera más arriba. Las más limpias están ciegas y no son útiles ni para los empotradores ni para clavar. Y las más anchas están atascadas de vegetación. Un panorama que parece repetirse en toda la pared a juzgar por lo que observamos a través de los gemelos.
El autor escalando los primeros metros de la pared este del Breiflogtinden
Fisuras poco favorables para proteger la escalada La pared es magnífica y su escalada posible, pero no la valoré en su justa medida y no traemos ni material ni tiempo para acometerla. Al día siguiente levantamos el campamento y cambiamos de isla para aprovechar los días que nos quedan escalando en otras montañas más conocidas: La zona de Henningsvaer.
El Breiflogtinden asoma detrás del collado cuando nos alejamos derrotados En la tercera entrega de toda esta historia podéis ver un pequeño resumen de las actividades que hicimos en el área de Henningsvaer. |