Si alguna vez hemos tenido una manifestación más clara de lo que puede llegar a ser el cambio climático, es este invierno (el invierno 2007-2008). Lo hemos pasado esperando que la nieve cubriera nuestras montañas para poder así trasformarnos en otro tipo de alpinistas cambiando pies de gato por crampones para renovarnos en un ambiente diferente. Pero nuestra impaciente espera no ha sido recompensada. Sólo una ligera capa de nieve en las caras norte se ha podido mantener de las escasas precipitaciones que han tenido lugar este invierno en la Cordillera Cantábrica y Los Picos de Europa.
A última hora y prácticamente acabado ya el invierno, hemos probado suerte con algunos de los proyectos que teníamos en mente desde hace ya algunos inviernos. Uno de ellos es la Cara norte de Peña Orniz, entre Somiedo y Babia. Se trata de un macizo muy visitado por los montañeros de todas las épocas, pero poco valorado por los escaladores. Esto hace que apenas haya registradas en él escaladas ni en roca ni en hielo y por tanto era para nosotros un terreno de aventura por descubrir.
Un pequeño grupo de amigos habituales en estas montañas hemos trazado algunas nuevas rutas de escalada en hielo y mixtas en algunas de las montañas de este olvidado macizo. Así, Las Coloradas, cumbre vecina al Montihuero ha sido objeto de cuatro nuevas vías de poco desnivel, pero técnicamente interesantes. Y en la cara norte de Peña Orniz, cumbre principal del macizo, hemos trazado otras dos.
 La ancha pared norte de Peña Orniz ofrece un buen número de interesantes líneas de ascensión.
La enorme escasez de nieve nos ha obligado a ir a esta pared en varias ocasiones y finalmente decidimos abrir estos itinerarios en condiciones poco recomendables. Es posible que en futuras repeticiones, si volvemos a tener inviernos normales estas vías sean más fáciles e interesantes que como las encontramos nosotros ahora. Aún así, hemos disfrutado de inolvidables jornadas alpinas en este modesto macizo de la Cordillera Cantábrica.
La Pared norte de Peña Orniz apenas alcanza los 300 metros de desnivel, pero su estructura presenta una compleja red de corredores siempre interrumpidos por resaltes rocosos y afilados espolones que obliga a buscar entre ellos un itinerario siempre poco evidente, técnico y desde luego entretenido. En nuestro caso además hemos tenido que salvar algunos tramos de lo que últimamente se ha dado en llamar "tapín-tracción". Puede que esta técnica sea ya en el futuro la forma habitual de escalar estas paredes.
 En el cuarto largo de la Vía Directa
A las 8 de la mañana nos encontramos con Gelu, que viene desde Tineo y los tres nos encaminamos hacia nuestro objetivo con la esperanza de que la poco nieve caída la semana pasada, en combinación con la rápida transformación por causa de la lluvia posterior y la helada de la noche pasada (-4 grados al Salir de La Cueta) nos den una oportunidad.
 Tapín tracción en el quinto largo de la Directa, técnica que puede hacerse ya habitual en el futuro.
Al llegar a la Collada de Las Morteras nos calzamos los crampones y atravesamos todo el complejo campo de jous y coteros que constituyen Las Morteras sin perder de vista de la pared, que presenta un aspecto bastante esperanzador. Hay bastante más nieve en la mitad inferior que en nuestros dos últimos intentos. Sin embargo, en la segunda mitad escasea notablemente. El fuerte viento que acompaño a la última nevada barrió la nieve en la zona alta de la pared. Aún así nos decidimos a entrar.
 Iniciando el sexto largo, posiblemente el más bonito de la vía
La primera mitad la atacamos de frente por el corredor más central y sin complicaciones, por pendientes de entre 45 y 50 grados alcanzamos en tres largos de cuerda los primeros resaltes. Luego el terreno se vuelve más complejo y además la falta de nieve en algunos tramos complica aún más las cosas. Sin embargo, Gelu negocia con maestría los dos últimos largos y disfrutamos del sol en la cima a la una y media de la tarde.
 Encontramos el mejor hielo del día en el sexto largo
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