Como todos los años, nuestro “selecto” grupo de “profesionales” del esquí de montaña (con algunas nuevas incorporaciones) nos vamos a los Alpes para despedir la temporada con una de las clásicas de la especialidad. Este año toca el Mont Blanc, ya que es el sitio más cercano a Ginebra y queremos aprovechar la ventaja del primer vuelo de la temporada que sale de Asturias directamente hacia esta estratégica ciudad del país helvético.
El día 9 de abril nos reunimos todos para hacer cuidadosamente los bultos (de ello depende el ahorrarnos una sustanciosa cantidad de euros en exceso de equipaje) y entrenar un poco las técnicas de rescate en grietas. Este año ha nevado muy poco en Los Alpes y los glaciares están bastante abiertos. Muchas rutas no se han llegado a trazar aún en estas fechas.
Por la tarde tomamos el avión a Ginebra y sin contratiempos llegamos a Chamonix sobre las 23:00 h según lo previsto. Por la mañana nadie parece oír el despertador y sin desayunar salimos zumbando a la parada de autobús, el cual tomamos por los pelos. Hoy es domingo y el siguiente no pasará hasta las 10:00, o sea que ya no podríamos hacer hoy la primera etapa del Tour del Mont Blanc. Esta vuelta o más bien semi-vuelta al Macizo del Mont Blanc consiste en un bonito y cómodo circuito, cuyas primeras jornadas coinciden con la clásica Alta Ruta (Chamonix-Zermatt) por su variante más dura, la de la Foly y Col del Gran San Bernardo. Sin embargo, este año no tenemos suerte y las malas condiciones de la nieve, además de su escasez, y el mal tiempo, nos obligan a hacer las dos primeras etapas por la ruta normal hasta Champex (ver detalles de estas dos etapas en la travesía Chaminix-Zermatt, en esta misma sección de INFOPICOS), y allí tomar el Autobús para subir a La Foly, pequeña localidad suiza entra el macizo del Mont Blanc y el Valais, a donde llegamos con la ropa empapada por la tarde del día 11.
 Bajando por le Valle de Arpette en medio de la nevada.
Las previsiones de la “méteo” son optimistas para el día siguiente y así se confirma cuando salimos el día 12 a las 8 de la mañana hacia el Petit Col Ferret. Este collado, de 2.490 metros, da paso al valle del mismo nombre, ya en la vertiente italiana del macizo. Numerosos restos de avalanchas jalonan la subida por el lado suizo, confirmando los agoreros partes de días pasados. Ahora la situación es ya mucho más estable y ascendemos tranquilos a pesar de lo avanzado de la hora.
 Saliendo de La Foly hacia el Col Ferret.
En el collado, una nueva perspectiva se ofrece a nuestra vista. A la derecha está el Mont Dolent, cuya cumbre vimos un poco más abajo sobre el glaciar del mismo nombre y que ahora no podemos ver por estar oculta detrás de la Punta Allobrogia. La idea inicial era hacer la ascensión al Mont Dolent al pasar por aquí, pero las condiciones no lo hacen aconsejable y decidimos pasar directamente a La Palud.
 Descenso por la canal que baja del Petit Col Ferret hacia el valle del mismo nombre.
Hacia el sur la vista es espectacular, con un sinfín de cumbres nevadas de los macizos del Gran Paradiso y de La Vanoise. El día es bastante luminoso a pesar de que un ligero velo nuboso no nos deja ver bien el relieve. La bajada se hace directamente desde el collado, pero dudamos un poco al principio porque la pendiente es convexa y amenazadores rocas asoman por debajo. Pero después de los primeros giros se ve la continuidad del corredor que con fuerte inclinación y en unos 500 metros de desnivel conduce a una hoya que hay por delante de una característica morrena formada en la base del Glaciar de Pre de Bar, el cual se descuelga entre los contrafuertes del Mont Dolent y del Triolet en espectacular cascada por nuestra derecha. Después, el descenso es ya mucho más tendido. Suaves lomas y hondonadas constituyen la parte alta del Valle de Ferret, con una nieve primavera que nos permite disfrutar de este largo recorrido, en el que nos detenemos constantemente para contemplar, levantando la vista hacia lo alto y siempre a la derecha, las cumbres que se van dejando ver cuando pasamos frente a cada nuevo valle: Triolet, Aguja de Talefre, Aguja de Leschaux, Petites y Grandes Jorasses etc.
 La pared oriental de Las Grandes Jorasses desde el Valle de Ferret.
A eso de las 15:00 llegamos a La Palud y después de un par de buenas cervezas, tomamos el teleférico de La Punta Hélbronner para subir a dormir al Refugio Torino. Aunque podríamos haber quedado en Courmayeur mucho más confortablemente, hemos preferido subir a pasar la noche en este refugio para aclimatarnos mejor de cara a la ascensión del Mont Blanc, que abordaremos al final de la semana. El refugio nuevo está cerrado en esta época y en el viejo sólo estamos nosotros y algunos obreros que están allí haciendo labores de mantenimiento en las instalaciones del teleférico.
Por la mañana cuesta subir las largas y empinadas escaleras que conducen al refugio nuevo, desde el que se sale al Col del Gigante. Medio dormidos, atravesamos este amplio collado en dirección al Diente del Gigante, para ir a buscar el paso entre los seracs del Glaciar del mismo nombre y por él alcanzar el Valle Blanco. La nieve está francamente asquerosa. Totalmente veteada y apelmazada y con una superficie costrosa absolutamente intratable. Hace ya algunos años bajé por este glaciar con una magnifica nieve en polvo, aunque con visibilidad bastante reducida. Esta vez la visibilidad es perfecta, pero la nieve está de pena. Cada uno baja como puede y entre caídas y paradas contemplativas y fotográficas tomamos pie en el Valle Blanco.
 La vertiente Este del Mont Blanc de Tacul desde el Glaciar del Gigante.
La Salle á Manger está imposible. Apenas hay nieve y las grietas y seracs forman un auténtico laberinto. Este año no se puede hacer por el paso habitual y hay huella por una variante que atraviesa hasta el Glaciar de Las Périades para evitar así la parte más caótica de la cascada de seracs del Gigante. Una vez superado este paso sólo queda deslizarse suavemente a todo lo largo del Mar de Hielo, con el sólo cuidado de no caer en alguna grieta.
 Bajando por el Mar de Hielo hacia Montenvers.
Por supuesto no hay nieve para bajar hasta Chamonix, pero falta muy poco para llegar esquiando hasta el telecabina de Montenvers, el cual tomamos para luego bajar a Chamonix en el tren de Cremallera. Hemos hecho cuatro cómodas etapas en todo un recital de descensos (5.343 m en total) con pocas subidas (1.767 m en total), pues hemos sucumbido ante la comodidad de los remontes mecánicos que desgraciadamente hacen que uno de los paisajes de alta montaña más hermosos de Europa sea objeto de la masificación.
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